Extracto del libro "Iaido, el Arte de cortar el Ego".
¡Domingo! Un día que llegaría a ser, a lo largo de mi estancia, como otro día cualquiera. Para todos, era un día de descanso, para mí y para un amigo que me acompañaba, era un mal rato que pasar. Aunque ya había obtenido en el Kodokan el cinturón negro de judo, el entrenamiento de aikijutsu del maestro Mochizuki Minoru seguía siendo igual de duro.
El entrenamiento era penoso y peligroso (¡allí dejé la rodilla!), ya que todos los adversarios eran segundo y tercer dan en diversas disciplinas, como judo, aikido o karate y los golpes se daban con fuerza. Llegué a tener miedo; en un estado de fatiga extrema, los reflejos se resienten y temía recibir un mal golpe que destruyese todos mis grandes proyectos (¡en esa época, todavía eran muchos!).
Después del Aikijutsu (actualmente Budo Yoseikan), estudiaba Iaido y kenjutsu de la escuela Katori Shinto ryu, pero modificados por el maestro Mochizuki. (...).
En el Yoseikan, la eficacia era el objetivo principal y el maestro Mochizuki demostraba ser un experto fuera de lo común desde un punto de vista técnico, lo que era natural, ya que había tenido ocasión de trabajar, a lo largo de su vida, con los más grandes maestros del budo, como Jigoro Kano, fundador del judo y el maestro Uyeshiba, fundador del aikido.
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