Hace más de 30 años que fundé junto a otros compañeros de entrenamiento mi escuela de artes marciales -anteriormente conocida como Kodenkan Budo y ahora como Seibukan Budo- y hay mucha gente que en varias ocasiones me ha dicho que no entiende el por qué entreno y enseño técnicas antiguas de artes marciales que no son deporte-competición-federativo pues este me daría más visibilidad.
Es complicado en un principio entenderlo porque la comprensión no está basada en la práctica exclusiva del cuerpo, ni tampoco el entrenamiento-enseñanza teórica puede compensar la experiencia de aquella durante tantos años que fortalece también nuestra mente. Entonces, tiene que ser la tendencia, el espíritu, a descubrir algo que desconocemos, primero, y perpetuar después, lo que nos anime a ello.
Cada alumno ha venido a descubrir qué le atrae de esta práctica: unos han probado, otros les ha gustado y a otros no, hay quienes les gusta la enseñanza de otro maestro más a fin a su intención, capacidades y nivel de exigencia, quienes lo necesitan para su trabajo, para ganar autoconfianza,...hay un sinfín de motivos. Mi casa y escuela siempre ha estado abierta para todos, he dado cobijo durante días a algunos, cama y comida a otros, aunque también he sido estricto en la falta de aceptación de las normas en ésta, mi casa, expulsando (hamon) a dos de ellos y presentado, desafío, con y sin armas, Shiai, a un maestro y escuela muy conocida que quiso mancillar mi buen nombre y el de mi escuela. No acudió a la cita...Eran otros tiempos desde luego.
Tengo o he tenido alumnos de diversas partes del mundo, por lo que el espíritu de compromiso es, podemos decirlo así, sobresaliente. Me gusta que otros alumnos me escriban, me llamen desde el otro extremo del mundo, quedemos para entrenar, ver a antiguos alumnos en televisión y recordemos tiempos pasados, porque realmente es ese mismo "espíritu, mente y cuerpo", en su globalidad, lo que nos une desde hace tantos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario